Hay un tipo particular de participantes en nuestros seminarios de productividad que presentan la mayor resistencia para entender los conceptos que presentamos: aquellas personas que después de haber tenido un trabajo estable por más de 10 ó 15 años, repentinamente se encuentran despedidos de sus empresas. Sin ni siquiera encontrar una razón lógica; simplemente son separados de su organización a través de cualquier pretexto.
Si bien cada caso es diferente, hemos encontrado situaciones en común en todos ellos. Por ejemplo, todos creen que la vida es muy injusta, pues la empresa no valora todos los años de esfuerzo que ellos pusieron. Por otro lado, prácticamente todos, asumen ser los más conocedores de un tema en específico y que por consecuencia la empresa sufrirá por no contar con su participación y conocimiento. También, en general, este grupo de personas afirma que será difícil recuperarse de esa salida.
Un entorno competitivo
Veamos estas situaciones caso por caso. Primero, no es que las empresas no valoren el esfuerzo de las personas. Lo que realmente sucede es que la competencia es real y siempre (sí, siempre) habrá una persona con mayores capacidades, qué será capaz de ofrecer mejores resultados, y en ocasiones, por une menor costo. Desde el punto de vista empresarial, es imperativo ser objetivos en el costo vs resultados de una persona. Si hay un valor en el esfuerzo y los años que ha puesto una persona en un trabajo, pero lo que importa, al final, son los resultados.
La ilusión de la experiencia
Segundo, asumir, que sólo por los años de practicar una misma actividad la persona se convierte en la más experta es un gran error. Todo conocemos casos de áreas que han quedado obsoletas en uso de tecnología o nuevos métodos, sólo por que quien la dirige afirma categóricamente que es mejor “viejo por conocido, que nuevo por conocer”.
La situación es tan fuerte, que hemos visto como las personas y las áreas se acostumbran a resolver el mismo error una y otra vez, en vez de atacar los problemas de raíz. La adaptación al cambio es difícil, pero también debemos aceptar que siempre hay nuevos métodos y sistemas tecnológicos que facilitan el trabajo. Hacer mil veces la misma actividad, no la hace perfecta. Hacer una mejora cada vez que se hace la actividad, si te acerca a la perfección.
El temor a nuevas decisiones
Por último, la salida de una empresa después de muchos años de servicio, no es el fin de las cosas. Efectivamente, la sensación de vacío después de practicar las mismas rutinas por muchos años es altísima y eso es lo que las personas más extrañan: después de no tener que descifrar qué hacer cada día (pues la rutina se encargaba de eso), ahora se encuentran ante una situación prácticamente nueva.
De nuevo, deben empezar a tomar decisiones: decisiones de vida, decisiones de crecer, decisiones por todos lados. Después de varios años de no realizar esa actividad, cualquiera de nosotros tendría pánico de hacer frente a esta situación.
Como expertos en productividad, lo único que vemos en todo esto es una cosa: las personas entran a una zona de comodidad, donde la rutina es tal, que no hay que tomar decisiones, no hay que crecer, no hay que aprender nuevas cosas. El resultado será visible tarde o temprano: siempre habrá personas, modelos y sistemas que ayudarán a hacer las cosas más rápido, más barato y con menos errores. Es sólo cuestión de tiempo para que las cabezas se den cuenta de los cambios necesarios y las personas que siempre siguen la misma rutina, son las más expuestas a ser remplazadas.
Mi invitación es sencilla: nunca, nunca dejes de aprender y de detectar errores en tu trabajo.
En el momento que la rutina invada tus labores, estás entrando a una zona peligrosa que sólo te pondrá riesgo de ser remplazado. Por otro lado, si siempre estás mejorando, aprendiendo nuevas habilidad y perfeccionando las actividades, difícilmente tu empresa pensará en un remplazo. Al contrario, mejorarás tus oportunidades, y sucederá el efecto contrario, pues otras organizaciones te buscarán. Tu productividad se verá beneficiada si comienzas hoy, a escaparte de la zona de confort.
Blog escrito por: Hugo García M.
Director ejecutivo de Un día extra