Por décadas, la forma tradicional de organizar las funciones en una empresa ha sido a través de áreas o departamentos funcionales: recursos humanos, finanzas, ventas, sistemas, etc.
Existen también otras formas de organización como la división geográfica o por divisiones de negocio, pero aún en éstas, se conservan estructuras funcionales rígidas.
Si bien, la división funcional ha permitido la creación de silos de especialización en la empresa, también ha llevado a problemas típicos que todos conocemos:
- Falta de comunicación entre áreas
- Poca colaboración
- Distanciamiento entre los colaboradores
- Falta de conocimiento de las actividades del resto de la organización
- Competencia por mostrar resultados
- Fragmentación de los objetivos de la empresa
Bajo una división funcional, una de las mayores consecuencias negativas es que el talento de la organización no se aprovecha de manera completa, pues el grado de separación entre áreas es fuerte. ¿En cuántas juntas no has estado donde te sorprendes por no conocer a alguien, o te enteras de que alguien realiza una función que no sabías? Todos conocemos ejemplos de personas que trabajan en un área, que tienen ideas y experiencia que puede contribuir a resolver problemas, pero por su función a la que fueron asignados, no se explota su potencial.
El resultado final es una disminución en la capacidad de la organización para lograr las metas y resolver los retos que se presentan: se pierde tiempo muy valioso en discusiones entre áreas tratando de demostrar quién tiene la casa más bonita y limpia, pero no se aprovecha para construir una más grande.
Integrar en vez de separar.
Las organizaciones deben migrar al uso de una estructura más ágil que les permita incrementar la velocidad con la que alcanzan las metas, al mismo tiempo que optimizan los recursos. Una de las mejores formas de lograrlo es a través de la creación de equipos multidisciplinarios que ataquen los objetivos y los retos de la empresa.
Ante una necesidad de lograr una meta o resolver un problema de negocio, lo más adecuado será crear un equipo que esté conformado por los jugadores clave que tengan el conocimiento funcional, en vez de fragmentar el problema en las diversas áreas y enfrentarse a las típicas situaciones de falta de comunicación.
Las áreas funcionales sirven en este modelo para asegurar que se tienen recursos altamente especializados de cada tema y resolver los procesos comúnmente asignados, pero un gran porcentaje de su tiempo deberá estar dedicado a formar parte de equipos multidisciplinarios que se conformen con la finalidad de atacar retos de negocio y logro de metas.
Haciendo una similitud con el deporte, tener áreas funcionales rígidas es como tener a la delantera y la defensa de un equipo jugando en diferentes canchas y cada quien con su pedazo de balón. Realmente lo que debe suceder es que cada área debe estar encargada de ser un semillero de talento que provee jugadores especializados para los diversos equipos que irán a ganar el campeonato.
Te recomendamos que para la siguiente etapa de planeación estratégica de tu empresa, consideren seriamente asignar las metas de negocio directamente a equipos como primera opción, en vez de fragmentar su ejecución entre las diversas áreas de la organización. Este cambio será un parteaguas en la forma de trabajar y colocará a la empresa en una ventaja competitiva notable.
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