Hace pocas semanas tuve la oportunidad de reunirme con la líder una organización importante en la cual participaríamos con un proceso de cambio para mejorar las actitudes hacia el trabajo productivo y colaborativo. Al preguntarle cuales eran sus principales preocupaciones mencionó que la comunicación de los colaboradores de su organización era muy baja, que el trabajo en equipo no se estaba dando y que no sentía que los empleados estuvieran “enganchados” con sus actividades.
Después de algunas preguntas de rigor que siempre hacemos para entender el contexto, comencé a hacer cuestionamientos directos que de inmediato incomodaron no solo a ella sino a sus colaboradores que estaban presentes. Entre las interrogantes que hice estaban:
“¿Cada cuando hablas con las personas operativas?, ¿en los últimos meses has escuchado opiniones directas de ellos?, ¿tienes alguna estrategia de acercamiento con ellos?, ¿identificas a las personas valiosas de la organización por nombre y logros?, ¿qué opinan de ti como líder?”
Sus respuestas siempre fueron evasivas, tratando de justificar la evidente y simple respuesta: no hacía nada para fomentar las actitudes que ella misma exigía de sus colaboradores. Cuando le pregunté qué esperaba de nosotros, su respuesta fue: “que aprendan a trabajar mejor”. Mi siguiente pregunta era decisiva: “¿Y tú, cómo vas a participar?” Su contestación fue que le gustaría que la informáramos continuamente del proceso…
En ese momento, decidí no trabajar con ella.
Como este caso, recuerdo muchos otros en el que el líder exige a su equipo, pero él no vive los valores que pide. Por ejemplo, que todos lleguen temprano a la reunión, cuando el líder siempre llega tarde; gritar que todos deben respetar, cuando el primero que falta al respeto es él.
Una de las cualidades más importantes de todo líder es ser ejemplo de las cosas que exige. Dada esta situación, ¿qué puedes hacer para liderar con el ejemplo? Aquí hay cinco preguntas que debes hacerte para asegurar que tu comportamiento ayudará a fomentar que los demás actúen como tú lo esperas.
1 ¿Cuál es tu propósito?
La parte más importante es que los demás sepan de manera incuestionable, por qué haces lo que haces. Si trabajas duro, qué motiva ese trabajo y qué esperas como resultado de ese esfuerzo. Si quieres que los demás te sigan, debes ser ejemplo de claridad y visión.
2 ¿Cómo convences a los demás?
¿Sólo das instrucciones a medias o te aseguras que las personas estén convencidas de lo que tienen que lograr? ¿Tomas tiempo para entender a los demás? ¿Muestras una actitud genuina por entender las motivaciones de otros o sólo te preocupas por tus metas?
A todos nos gusta ser reconocidos por nuestro trabajo, y por lo tanto el líder debe ser el primero en ser ejemplo de gratitud y de ser capaz de reconocer el buen trabajo y crecimiento de otros.
3 ¿Qué te exiges a ti mismo?
Antes de preguntar que exigirás a los demás, pregúntate qué te exiges a ti mismo. Que no te pase lo mismo que a la líder del ejemplo al inicio de este artículo. Si tú no eres responsable de tu crecimiento y mejora, de ninguna manera tendrás la altura moral para poder representar aquello que si pretendes exigir de los demás.
4 ¿Qué le exiges a los demás?
¿Realmente quieres que los demás sigan comportamientos que tú raramente tienes? Lo único que sucede en estas situaciones es generar una situación de vulnerabilidad ante cuestionamientos de otros hacia ti.
5 ¿Cómo reaccionas cuando cometes errores y como reaccionas cuando los demás los cometen?
Todos cometemos errores. ¿Tienes el mismo nivel de exigencia cuando el error es tuyo que cuando lo cometen otros? Si cometes errores y justificas tu actuar, pero con otros, no hay justificación que valga, hay una discrepancia de comportamiento.
Ser líder, requiere que siempre estés al tanto de tu comportamiento. La influencia que generes depende en gran medida de tu capacidad de ser coherente entre la palabra y el comportamiento, entre tu exigencia y la que haces a los demás.
Blog escrito por:
Hugo García M.
Director ejecutivo de Un Día Extra.