Los proyectos de transformación en las organizaciones han sido siempre un reto importante antes de que se sumaran los desafíos inherentes a la contingencia sanitaria.
A la complejidad natural de cada una de estas iniciativas se suma el gran desafío de anticipar la puesta en marcha o acelerar la velocidad de implementación de sus proyectos, a veces cambiando totalmente sus perspectivas ya que la pandemia cambió radicalmente el panorama global en el consumo de muchos servicios y productos.
Históricamente se sabe, por diversos estudios como los realizados por agencias como McKinsey, que la tasa de éxito de muchos de estos proyectos es constantemente baja, apenas el 30% de los proyectos logran transpolar los beneficios a largo plazo. Incluso las empresas con conocimientos tecnológicos batallan para lograr esa anhelada transformación digital exitosa (26%) mientras que aquellas industrias de naturaleza más tradicional rondan apenas el 11% de éxito.
Son muchos los aspectos que influyen en el desarrollo de estos proyectos, pues como sabes cada organización tiene características únicas que hacen que cada iniciativa enfrente sus propios desafíos. La cultura, los modelos de liderazgo e incluso (como notamos previamente) la naturaleza propia de la organización y experiencia con la tecnología, entre muchos otros.
Sin embargo, hay bastante que podemos aprender tanto de los proyectos que no se concretaron como de aquellos que alcanzaron sus proyecciones. De entre estas últimas buscamos las prácticas en común que explican de mejor manera el éxito e impacto positivo en sus resultados, y las cuáles te compartimos a continuación:
- Se implementan herramientas digitales para que la información sea más accesible en toda la organización.
- Se involucra a los líderes de la iniciativa para apoyar la transformación.
- Se adaptan los procesos operativos estándar para incluir nuevas tecnologías digitales.
- Se define y comparte una visión clara (descripción, ejemplos, objetivos…) para la transformación digital.
- Se involucra a personas que estén familiarizadas o muy familiarizadas con las tecnologías digitales.
- Los líderes alientan a los empleados a desafiar las viejas formas de trabajo
- Los altos directivos animan a los empleados a desafiar las viejas formas de trabajo.
- Se redefinen los roles y responsabilidades para alinearlos a los objetivos de la transformación.
- Se brinda a los empleados oportunidades para generar ideas sobre dónde la digitalización podría respaldar el negocio.
- Se establecen una o más prácticas relacionadas con nuevas formas de trabajo (como el aprendizaje continuo, entornos laborales abiertos físicos y virtuales y movilidad de roles).
- Involucran a los empleados en roles integradores (empleados que traducen e integran nuevos métodos y procesos digitales en formas de trabajo existentes para ayudar a conectar las partes tradicionales y digitales de la empresa).
- Se implementan tecnologías de autoservicio digital para uso de empleados y socios comerciales.
- Establecen un líder a tiempo completo u oficina dedicada a las actividades relacionadas con la transformación.
- Los líderes involucrados se comprometen más en el desarrollo de las iniciativas de transformación digital.
- Líderes alientan a sus empleados a experimentar con nuevas ideas (como la creación rápida de prototipos y permitir que los empleados aprendan de sus fallas).
- Los líderes involucrados en la transformación facilitan la colaboración entre sus unidades y otras personas de la organización.
- Los altos directivos se involucran y facilitan la colaboración entre sus unidades y otras personas de la organización.
- Se involucra a los gerentes de innovación tecnológica (gerentes con habilidades técnicas especializadas que lideran el trabajo en innovaciones digitales, como el desarrollo de nuevos productos o servicios digitales) para apoyar la transformación.
- Los altos directivos animan a sus equipos a experimentar con nuevas ideas.
- Los altos directivos fomentan un sentido de urgencia dentro de sus unidades para realizar los cambios de transformación.
Fuente: McKensey & Company 2021